Todavía recuerdo la primera vez que volé en una c-172 con pantallas Garmin 1000.
Me sentía como si estuviera en una nave espacial. O en el A350 a punto de despegar desde Barajas rumbo a algún lugar muy lejano… Sin embargo estaba en Cuatro Vientos y era número 6 para rodar hacia la pista.
Desde el primer instante, las pantallas me atraparon absorbiendo toda mi atención. Todos los indicadores analógicos a los que estaba acostumbrado eran en ese momento dos enormes pantallas, con información muy cuidadosamente presentada, muchos colores y datos precisos sobre muchos parámetros a los que antes no tenía ni acceso.
Un sinfín de números, colores, dibujos, mapas y opciones de configuración…
Despegué de Cuatro Vientos y no podía dejar de mirar las pantallas, asombrado y a la vez atrapado por ellas. Ver cómo todos esos números se van moviendo, cómo el indicador de actitud te marca con precisión tus movimientos, el mapa te da el punto exacto por el que estás, pones zoom, quitas zoom… ¿Alguna vez te has quedado embobado mirando el progreso de una descarga en el ordenador o en el móvil? Es algo parecido.
Pero claro, por muchas pantallas, mucha información y muy bien presentado que esté, aquello sigue siendo una avioneta y tu vuelo continúa siendo visual. Y es ahí donde hay que recordar e insistir en la importancia de mirar fuera.
Porque esas pantallas te atrapan como una máquina tragaperras atrapa a un ludópata en un casino de Las Vegas. Y es cuando dejas de tener presente los peligros a los que te expones por no mirar fuera.
Mirando constantemente dentro perderás parte de la conciencia situacional, dejarás de ver a los pájaros, y también a otros tráficos. Y además, dicho sea de paso, no te fíes demasiado del franqueamiento de obstáculos que te ofrece un navegador. Porque en esas pantallitas no te saldrán los edificios, antenas ni árboles de la zona…
Y es que al principio, dejar de mirar esas maravillosas pantallas se hace difícil, pero no por ello hay que dejar de prestar atención a lo importante que ocurre fuera.
¿Mejor empezar a volar con instrumentación analógica o digital?
Muchos alumnos a lo largo de mi etapa como instructor, me han preguntado qué era mejor: si aprender en una avioneta con pantallas o sin ellas. Mi respuesta siempre ha sido la misma.
Aprende de forma analógica y después disfruta de las ventajas y comodidades de las pantallas. Pero bajo mi punto de vista, aprender en analógico te facilitará la transición a la digitalización, mientras que al revés, será mucho más complicado.
Con el tiempo, y las horas de vuelo, irás prestando menos atención a las pantallas, volviendo a mirar fuera con normalidad.
Esta “mala costumbre” de mirar pantallas, es algo que se hace también extensible a los grandes aviones. Y es que muchas veces, sencillamente nos olvidamos de mirar fuera, centrándonos sólo en la información que recibimos desde dentro.