A un Fórmula 1 le cambian las ruedas cada pocas vueltas. Este proceso garantiza el máximo agarre al asfalto y es clave para mantener los coches a máxima velocidad en las curvas. En la aviación, no cambiamos las ruedas con tanta frecuencia.
Pero mantenerlas en buen estado puede ser igual de crítico o más y es ahí donde no siempre somos tan conscientes.
El coste de unos neumáticos de aviación nunca es barato. Independientemente de si tienes un ultraligero propio, un avión de escuela, o un avión de aerolínea.
Este coste elevado propicia que se prolongue la vida útil de los neumáticos, en ocasiones, incluso más allá de los límites.
Probablemente hayas visto o hayas volado aviones con unas ruedas especialmente desgastadas. Incluso tal vez hayas llegado a ver la lona metálica que marca el fin el neumático. Esto… puede ser peligroso.
Y es que un avión, está para volar, sin duda. Pero también ha de moverse con seguridad en tierra, especialmente en despegues o aterrizajes. Para ello, el neumático debe estar en buen estado, lo que permitirá la adherencia a la pista con seguridad.
Un neumático en mal estado puede tener unas consecuencias fatales.
Porque podemos encontrarnos desde un reventón del neumático, en un momento delicado, un derrape inesperado en una frenada, o un aquaplaning en un día con lluvia.
En la obligatoria revisión exterior, debemos comprobar en la medida de lo posible todo el dibujo y el estado del neumático. Y rechazar un neumático que pueda estar dañado con «planos», agujeros, ampollas, o un desgaste irregular o extraño.
Rechazar un avión por un desgaste en los neumáticos, no siempre es fácil. Porque alguien te dirá… «bueno pero todavía están bien para un poco más».
Es precisamente ahí donde nacen los problemas, en querer estirar la vida útil de un elemento tan importante para la seguridad de la aeronave como lo son los neumáticos.
De modo que si no lo ves claro, rechaza esos neumáticos, Piensa en las consecuencias de volar con ellos y si te merece la pena.