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EAS BARCELONA

Por su determinación

Hace poco EAS Barcelona celebró su primer «Vistor’s Day» (día del visitante) en sus instalaciones del aeropuerto de Sabadell, ciertamente, una «prueba de fuego», que se saldó con una notable presencia de público dispuesto a conocer cuáles son los argumentos que esgrime la nueva ATO para hacer valer su derecho a ofrecer una formación de calidad y a la altura de las expectativas actuales. Unos argumentos que pretenden aunar lo bueno de la veteranía y de la modernidad. Traducido: Un equipo humano experimentado unido a una flota y recursos de última generación.
A pesar de lo mucho hablado y escrito en contra del nuevo centro gratuitamente -o no tan gratuitamente- lo cierto es que el tiempo poco a poco pone las cosas en su lugar. A estas alturas ni jueces ni hechos refuerzan los vínculos que algunos quisieron tejer alrededor de lo que se perfila como un potente competidor en el campo de la formación aeronáutica. No en balde el de la formación aeronáutica es un sector altamente competitivo, donde la competencia en ocasiones resulta feroz.
Por de pronto, el resultado de esta primera jornada en el que las instalaciones de EAS Barcelona abrieron sus puertas al público –el aforo quedó superado con creces– permite presagiar un largo y fructífero recorrido a este centro.

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PRECARIEDAD EN TRABAJOS AÉREOS

Por afectar a la seguridad


Probablemente uno de los peores males que afectan a la recuperación económica sea la precariedad en el empleo. Cuando esa precariedad afecta a servicios absolutamente fundamentales como son los trabajos aéreos, y en especial la extinción de incendios, la alarma que debiera invadirnos a todos, sociedad y clase dirigente, debería ser mayúscula.
Según un informe del COPAC el 81% de los pilotos de trabajos aéreos considera que una mayor estabilidad laboral reduciría la siniestralidad del sector. Una verdad de Perogrullo, si tenemos en cuenta que cualquier trabajo, si se dota de la necesaria estabilidad a aquellos que lo ejercen, alcanza niveles de excelencia que de otro modo son imposibles.
Unos niveles de excelencia que en el caso de la extinción de incendios son absolutamente imprescindibles, sobretodo teniendo en cuentas las elevadas cifras de siniestralidad que arroja el sector: entre 2005 y 2015 se produjeron 20 víctimas mortales y 68 heridos graves en operaciones de lucha contra incendios. Ya va siendo hora que el sector vaya pensando antes en los beneficios sociales que en los pecuniarios, sobre todo en una región del planeta dónde los incendios forestales forman parte del ciclo biológico del ecosistema, y donde las expectativas ante el cambio climático no son en este aspecto nada halagüeñas.